DON QUIJOTE EN GALISTEO.
Una tarde de invierno,
don Quijote con su fiel corcel y su compañero Sancho viajaban por la
Ruta de la Plata. Pero entre la lluvia y el granizo se perdieron por
el camino. Horas y horas se pasaron deambulando hasta que el audaz
olfato de Sancho rastreó un olor a comida. Guiados por su instinto
llegaron a un pueblo con una hermosa muralla y una luminosa Picota.
En su interior se
organizaba una gran fiesta. Bailes, juegos e historias vitoreaban sus
habitantes mientras saltaban alrededor de una hoguera. El pueblo se
llamaba Galisteo. Galisteo, buena vista y mal deseo. Comida y bebida
le ofrecieron y cobijo les dieron. Don Quijote y Sancho quedaron
enamorados de sus habitantes, de su amabilidad y sobre todo de su
majestuosa muralla. Don Quijote miró a Sancho y le dijo: En un lugar
de Extremadura, de cuyo nombre siempre me acordaré, Galisteo, es el
pueblo del cual mis historias narraré.
Irene Ballinoto Barco.
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